Controlando Tus Emociones
Por Andrew Wommack
La Biblia nos enseña que nuestros pensamientos son el factor determinante que controla nuestras acciones. Proverbios 23:7 dice: “Porque tal como es su pensamiento en su corazón, así es el.” Romanos 8:6 dice, “Porque ocuparse de la carne es muerte, pero ocuparse del espíritu es vida y paz”. Identifica que la mente carnal no solamente tiende hacia la muerte –¡es la muerte!
Nadie puede consistentemente desempeñarse diferente de cómo piensa, por ende no podemos cambiar nuestras acciones sin cambiar nuestro pensar. No es sólo lo que pensamos lo que tenemos que cambiar, sino también nuestro proceso de pensamiento. Nuestras emociones están vinculadas directamente a la manera como pensamos.
Todas las personas tienen internamente una percepción o una imagen de cómo son. Esta imagen no necesariamente está basada en hechos, sino en sentimientos. Una experiencia negativa puede distorsionar de por vida la percepción que una persona tiene de sí mismo.
Por ejemplo, algunas personas que son bellas pueden pensarse a sí mismas como feas o indeseables debido a las palabras bruscas que les dijeron cuando niños. Algunos de los que tienen grandes éxitos todavía se ven a sí mismos como fracasos, lo que se convierte en una profecía auto cumplida.
Hasta cierto grado, la psicología ha diagnosticado este problema correctamente. Los psicólogos usan terminología tal como “autoestima” o “identidad” cuando se relacionen con estas verdades; sin embargo, la sabiduría secular de hoy es completamente inadecuada para ayudar a una persona a que cambie su auto imagen interior.
En primer lugar, la mayoría de la gente tiende a culpar a alguien más de su mala auto estima o mala autoimagen. Se ha vuelto tan popular el culpar a otros de todo lo negativo que ocurre en nuestras vidas. La gente generalmente dice “Provengo de una familia disfuncional.” “Mis problemas vinieron dado de que soy parte de una minoría,” “Es esa mujer que tú me diste” (Gen.3:12). ¡Otras personas no son nuestro problema!
Todos nosotros hemos tenido experiencias negativas. La opción es nuestra si nos queremos convertir en amargos o amados como resultado de ellas. Por cada persona que adjudica algún comportamiento disfuncional a una experiencia traumática en su vida, hay otros a quienes les ocurrieron cosas similares o peores y sin embargo ellos se sobrepusieron a sus circunstancias. ¿Por qué? Porque los problemas no dictaminan el fracaso, nosotros tenemos una opción.
Deuteronomio 30:19 dice, “A los cielos y a la tierra llamo por testigos hoy contra vosotros, que os he puesto delante la vida y la muerte, la bendición y la maldición; escoge, pues, la vida, para que vivas tú y tu descendencia.” Dios Todopoderoso nos dio la opción. Dios no hace la elección por nosotros y Satanás no puede tomarla por nosotros. Nosotros tenemos el privilegio y la responsabilidad de elegir bendición o maldición.
Echar la culpa a otros es negar el verdadero problema, impidiéndonos encontrar una solución. Si otras personas son mi problema, estoy en problemas porque Dios no me dio la habilidad de controlar a los demás. El diablo siempre va a enviar a alguien que se cruce en el camino y que sepa cómo detonarme el botón.
Si el problema está dentro de mí, entonces hay esperanza porque a través de Cristo, yo puedo cambiar. Esto es libertad. Independientemente de lo que otras personas hagan, yo puedo prosperar a través de Cristo.
Luego de que la psicología intenta colocar la culpa de tus problemas en alguien más, ellos tratan de sostener tu autoestima mediante haciendo que pongas foco a las cosas positivas dentro de ti y minimizando los atributos negativos. Eso no es lo que la Biblia enseña. Jesús dijo “Porque separados de mi nada podéis hacer” (Juan 15:5)
“ Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame” (Marcos 8:34). Pablo dijo, “Sino que lo necio del mundo escogió Dios, para confundir a los sabios; y lo débil del mundo escogió Dios, para confundir a las cosas poderosas; y lo vil del mundo y lo menospreciado escogió Dios, y lo que no es, para deshacer lo que es”(1a Cor. 1:27-28).
La Biblia enseña que debe haber un fin para la autoestima antes que el verdadero servicio pueda empezar. Los Cristianos no debiesen probar y almacenar los débiles atributos positivos de sus personalidades. Eso es como tratar de detener el sangrado de un brazo amputado con una Bandita, eso no funcionará mucho tiempo.
Independientemente de lo exitosos o talentosos que seamos por nosotros mismos, eventualmente fallaremos. Aun si nada ocurre, algún día nos hacemos viejos y no seremos tan productivos como antes. Si nuestra autoestima está enraizada en nuestros logros, entonces ultimadamente fallará. Toda la seguridad que hemos fundado en nosotros mismos entonces se desmoronará a nuestro alrededor.
Los Cristianos debieran tener Cristo-estima. Tal y como el Apóstol Pablo dijo, “Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí” (Gal.2:20).
El secreto para una vida Cristina victoriosa no se base la auto mejora, sino en la auto-renuncia de tal forma que Cristo pueda vivir a través de nosotros.
Esto no significa que Dios quiera que tengamos una mala imagen de nosotros mismos. Sólo depende de cuál “si mismo” estemos hablando. Lo ves, cada creyente nacido de nuevo se ha vuelto una nueva persona en Cristo (2 Cor. 5:17). (Efe. 4:22-24).
El viejo hombre es corrupto y en su mejor forma es incapaz de vivir la vida Cristiana. Este es el “si mismo” del que la mayoría de la gente quieren parchar y sentirse bien con él. ¡Ríndete! Tenemos que tener tiempo para morir a la vida de este viejo si mismo con todo lo bueno y lo malo; y encontrar una nueva identidad en Cristo.
¡El nuevo hombre es exactamente como Jesús es (1ª. Cor. 6:17)! Así es. Somos una totalmente nueva persona en Cristo. Tenemos todo lo que Jesús tiene, en nuestros espíritus (1ª. Juan 4:17). Tenemos una identidad totalmente nueva en Cristo. Entonces ¿por qué querríamos arreglar el viejo mi mismo en lugar de simplemente vivir el nuestro nuevo ser”.
Si nosotros permitimos que el nuevo hombre nos domine, caminaremos en poder y victoria en toda área de nuestras vidas.
¿Cómo puedes distinguir si tus pensamientos y emociones provienen del nuevo ser nacido de nuevo, o del viejo ser carnal? La Palabra de Dios es la clave. Jesús dice en Juan 6:63, “El espíritu es el que da vida; la carne para nada aprovecha; las palabras que yo os he hablado son espíritu y son vida." Cualquier pensamiento o emoción que concuerda con lo que la Palabra de Dios dice acerca de ti proviene del hombre nuevo. Cualquier pensamiento o emoción que viola la Palabra de Dios es de tu viejo ser o del diablo.
Si estás enojado con alguien, estás en la carne (el viejo ser). Sólo arrepiéntete y regresa al ser espiritual ( el hombre nuevo) donde tienes amor, gozo y paz (Gál. 5:22). Si tienes miedo, estás en la carne “porque Dios no nos ha dado el espíritu de miedo, sino el del poder y el del amor, y el del sonido de una mente” (2ª. Tim 1:7). En lugar de ir a Dios y pedirle que El remueva el miedo, simplemente salte del ser carnal e intérnate en el espíritu donde no hay miedo (1ª Juan 4:18).
Esto es tan simple que necesitarías que alguien te ayudara a no comprenderlo. El problema es que hemos tenido mucha ayuda para no comprender estas simples verdades bíblicas, pero nosotros tenemos una solución.
Por Andrew Wommack
La Biblia nos enseña que nuestros pensamientos son el factor determinante que controla nuestras acciones. Proverbios 23:7 dice: “Porque tal como es su pensamiento en su corazón, así es el.” Romanos 8:6 dice, “Porque ocuparse de la carne es muerte, pero ocuparse del espíritu es vida y paz”. Identifica que la mente carnal no solamente tiende hacia la muerte –¡es la muerte!
Nadie puede consistentemente desempeñarse diferente de cómo piensa, por ende no podemos cambiar nuestras acciones sin cambiar nuestro pensar. No es sólo lo que pensamos lo que tenemos que cambiar, sino también nuestro proceso de pensamiento. Nuestras emociones están vinculadas directamente a la manera como pensamos.
Todas las personas tienen internamente una percepción o una imagen de cómo son. Esta imagen no necesariamente está basada en hechos, sino en sentimientos. Una experiencia negativa puede distorsionar de por vida la percepción que una persona tiene de sí mismo.
Por ejemplo, algunas personas que son bellas pueden pensarse a sí mismas como feas o indeseables debido a las palabras bruscas que les dijeron cuando niños. Algunos de los que tienen grandes éxitos todavía se ven a sí mismos como fracasos, lo que se convierte en una profecía auto cumplida.
Hasta cierto grado, la psicología ha diagnosticado este problema correctamente. Los psicólogos usan terminología tal como “autoestima” o “identidad” cuando se relacionen con estas verdades; sin embargo, la sabiduría secular de hoy es completamente inadecuada para ayudar a una persona a que cambie su auto imagen interior.
En primer lugar, la mayoría de la gente tiende a culpar a alguien más de su mala auto estima o mala autoimagen. Se ha vuelto tan popular el culpar a otros de todo lo negativo que ocurre en nuestras vidas. La gente generalmente dice “Provengo de una familia disfuncional.” “Mis problemas vinieron dado de que soy parte de una minoría,” “Es esa mujer que tú me diste” (Gen.3:12). ¡Otras personas no son nuestro problema!
Todos nosotros hemos tenido experiencias negativas. La opción es nuestra si nos queremos convertir en amargos o amados como resultado de ellas. Por cada persona que adjudica algún comportamiento disfuncional a una experiencia traumática en su vida, hay otros a quienes les ocurrieron cosas similares o peores y sin embargo ellos se sobrepusieron a sus circunstancias. ¿Por qué? Porque los problemas no dictaminan el fracaso, nosotros tenemos una opción.
Deuteronomio 30:19 dice, “A los cielos y a la tierra llamo por testigos hoy contra vosotros, que os he puesto delante la vida y la muerte, la bendición y la maldición; escoge, pues, la vida, para que vivas tú y tu descendencia.” Dios Todopoderoso nos dio la opción. Dios no hace la elección por nosotros y Satanás no puede tomarla por nosotros. Nosotros tenemos el privilegio y la responsabilidad de elegir bendición o maldición.
Echar la culpa a otros es negar el verdadero problema, impidiéndonos encontrar una solución. Si otras personas son mi problema, estoy en problemas porque Dios no me dio la habilidad de controlar a los demás. El diablo siempre va a enviar a alguien que se cruce en el camino y que sepa cómo detonarme el botón.
Si el problema está dentro de mí, entonces hay esperanza porque a través de Cristo, yo puedo cambiar. Esto es libertad. Independientemente de lo que otras personas hagan, yo puedo prosperar a través de Cristo.
Luego de que la psicología intenta colocar la culpa de tus problemas en alguien más, ellos tratan de sostener tu autoestima mediante haciendo que pongas foco a las cosas positivas dentro de ti y minimizando los atributos negativos. Eso no es lo que la Biblia enseña. Jesús dijo “Porque separados de mi nada podéis hacer” (Juan 15:5)
“ Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame” (Marcos 8:34). Pablo dijo, “Sino que lo necio del mundo escogió Dios, para confundir a los sabios; y lo débil del mundo escogió Dios, para confundir a las cosas poderosas; y lo vil del mundo y lo menospreciado escogió Dios, y lo que no es, para deshacer lo que es”(1a Cor. 1:27-28).
La Biblia enseña que debe haber un fin para la autoestima antes que el verdadero servicio pueda empezar. Los Cristianos no debiesen probar y almacenar los débiles atributos positivos de sus personalidades. Eso es como tratar de detener el sangrado de un brazo amputado con una Bandita, eso no funcionará mucho tiempo.
Independientemente de lo exitosos o talentosos que seamos por nosotros mismos, eventualmente fallaremos. Aun si nada ocurre, algún día nos hacemos viejos y no seremos tan productivos como antes. Si nuestra autoestima está enraizada en nuestros logros, entonces ultimadamente fallará. Toda la seguridad que hemos fundado en nosotros mismos entonces se desmoronará a nuestro alrededor.
Los Cristianos debieran tener Cristo-estima. Tal y como el Apóstol Pablo dijo, “Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí” (Gal.2:20).
El secreto para una vida Cristina victoriosa no se base la auto mejora, sino en la auto-renuncia de tal forma que Cristo pueda vivir a través de nosotros.
Esto no significa que Dios quiera que tengamos una mala imagen de nosotros mismos. Sólo depende de cuál “si mismo” estemos hablando. Lo ves, cada creyente nacido de nuevo se ha vuelto una nueva persona en Cristo (2 Cor. 5:17). (Efe. 4:22-24).
El viejo hombre es corrupto y en su mejor forma es incapaz de vivir la vida Cristiana. Este es el “si mismo” del que la mayoría de la gente quieren parchar y sentirse bien con él. ¡Ríndete! Tenemos que tener tiempo para morir a la vida de este viejo si mismo con todo lo bueno y lo malo; y encontrar una nueva identidad en Cristo.
¡El nuevo hombre es exactamente como Jesús es (1ª. Cor. 6:17)! Así es. Somos una totalmente nueva persona en Cristo. Tenemos todo lo que Jesús tiene, en nuestros espíritus (1ª. Juan 4:17). Tenemos una identidad totalmente nueva en Cristo. Entonces ¿por qué querríamos arreglar el viejo mi mismo en lugar de simplemente vivir el nuestro nuevo ser”.
Si nosotros permitimos que el nuevo hombre nos domine, caminaremos en poder y victoria en toda área de nuestras vidas.
¿Cómo puedes distinguir si tus pensamientos y emociones provienen del nuevo ser nacido de nuevo, o del viejo ser carnal? La Palabra de Dios es la clave. Jesús dice en Juan 6:63, “El espíritu es el que da vida; la carne para nada aprovecha; las palabras que yo os he hablado son espíritu y son vida." Cualquier pensamiento o emoción que concuerda con lo que la Palabra de Dios dice acerca de ti proviene del hombre nuevo. Cualquier pensamiento o emoción que viola la Palabra de Dios es de tu viejo ser o del diablo.
Si estás enojado con alguien, estás en la carne (el viejo ser). Sólo arrepiéntete y regresa al ser espiritual ( el hombre nuevo) donde tienes amor, gozo y paz (Gál. 5:22). Si tienes miedo, estás en la carne “porque Dios no nos ha dado el espíritu de miedo, sino el del poder y el del amor, y el del sonido de una mente” (2ª. Tim 1:7). En lugar de ir a Dios y pedirle que El remueva el miedo, simplemente salte del ser carnal e intérnate en el espíritu donde no hay miedo (1ª Juan 4:18).
Esto es tan simple que necesitarías que alguien te ayudara a no comprenderlo. El problema es que hemos tenido mucha ayuda para no comprender estas simples verdades bíblicas, pero nosotros tenemos una solución.
Andrew Wommack
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