martes, 17 de junio de 2008

Cómo Vencer la Duda

"Cómo Vencer La Duda"
escrito por Andrew Wommack


Nadie es inmune a la duda. Nos puede ocurrir y nos ocurre a todos nosotros. Lo único que tienes que saber es como tratarla cuando llega. Incluso los más grandes hombres y mujeres de Dios que están registrados en la Biblia tuvieron que lidiar con la duda. Jesús dijo de Juan el Bautista,

"De cierto os digo: Entre los que nacen de mujer no se ha levantado otro mayor que Juan el Bautista " (Mateo 11:11).

Eso significa que a los ojos de Jesús Juan era mucho mayor que Abraham, José, Moisés, David o cualquier personaje del Antiguo Testamento que puedas mencionar. Sin embargo Juan dudo sobre la cosa más importante de todas al cuestionar si Jesús era realmente el Cristo.

Juan el Bautista había sido apresado por criticar a Herodes por casarse con la esposa de su hermano, una relación incestuosa. Estuvo ahí un tiempo entre seis meses y dos años y se descorazonó tanto que le pidió a sus discípulos que fueran a Jesús y le preguntaran si El realmente era el Cristo. Es fácil leer y no pensar mucho sobre esto, pero la verdad es que no había otra cosa más que incredulidad de parte de Juan el Bautista.

Piensa en quién era Juan. Fue apartado para Dios y llenado con el Espíritu Santo mientras todavía estaba en el vientre de su madre. Ni siquiera Jesús fue llenado con el Espíritu Santo desde el vientre. Se cree que vivía cercano al Mar Muerto en el desierto con los Esenios, los escribanos de los Rollos del Mar Muerto. Ellos eran gente que era superlegalista que dogmáticamente practicaron muchos rituales renuncia y negación del ser. Definitivamente no vivió lo que pudiéramos llamar una vida fácil. Juan fue separado y concentrado en su objetivo.

Toda su vida fue dedicada a preparar el camino para el Cristo. El dedicó treinta años preparándose para un ministerio que duraría sólo seis cortos meses. Juan es quien vio a Jesús y dijo, "He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo” "(Juan 1:29). La unción en su vida tuvo que ser excepcionalmente poderosa porque su ministerio desafió la lógica. Miles de personas de muchas naciones llegaban a la mitad de la nada para escuchar a este hombre predicar. “ Arrepiéntanse porque el reino de los cielos se acerca”. Y Dios le había revelado que a través de un signo visible del cielo el sabría quien era el Cristo. El vería el Espíritu de Dios descendiendo sobre el Mesías en la forma física de una paloma. Eso ocurrió cuando Juan bautizó a Jesús en el Río Jordán.

En aquel tiempo, Juan estaba absolutamente seguro de que Jesús era el Cristo. Tenía cero dudas. Estaba tan firme en ello que dijo

"Y yo le vi, y he dado testimonio de que éste es el Hijo de Dios” en Juan 1:34. En Lucas 3:16 el dijo, "Pero viene uno más poderoso que yo, de quien no soy digno de desatar la correa de su calzado.” Y en Juan 3:30 el dijo, "Es necesario que el crezca, pero que yo mengüe.”

No obstante, luego de ser aprisionado por un periodo de tiempo, el empezó a dudar. Esto dice muchas cosas, pero una importante es el hecho de que cualquiera puede dudar. ¿Cómo respondió Jesús a la duda de Juan? Bueno, El ciertamente no respondió en la forma que la mayoría de nosotros lo haría. El le dijo a los discípulos de Juan que regresaran y le contaran los milagros que habían visto y que Juan sería bendecido si él solamente creyera. Eso es. Jesús no trató de hacer sentir mejor a Juan al dejarle saber que El comprendía su dolor o al hacer algunos comentarios corteses. Jesús se reservó esos comentarios hasta que los discípulos de Juan se fueron. (Lucas 7:24-28).

Eso me intrigó por muchos años. ¿Por qué Jesús no dijo estos cosas sobre Juan el Bautista cuando estaban los discípulos de Juan de modo que ellos le pudieran llevar a el esa palabra? Me parece que eso hubiera ayudado más a Juan en lugar de decirle que mirara a los milagros y que sería bendecido si el creyera.

Años después de que tuviera estas interrogantes por primera vez, estaba leyendo Isaías 35 cuando me atravesó un pasaje que decía,

"Entonces los ojos de los ciegos serán abiertos, y los oídos de los sordos se abrirán. Entonces el cojo saltará como un ciervo, y cantará la lengua del mudo; porque aguas serán cavadas en el desierto y torrentes en la soledad” (Is. 35:5-6).

Repentinamente me sacudió el saber que esta era exactamente la respuesta que Jesús le dio a los mensajeros de Juan. Mira lo que Jesús dijo en Mateo 11:4-6:

"Respondiendo Jesús, les dijo: Id y haced saber a Juan las cosas que oís y veis. Los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos son limpiados, los sordos oyen, los muertos son resucitados y a los pobres es anunciado el evangelio, y bienaventurado es el que no halle tropiezo en mi."

Jesús realizó todos los Milagros que Isaías profetizó que El haría, y sólo por Buena medida hizo la curación de un leproso y el levantar a alguien de la muerte. Lo que Jesús hizo fue el completar perfectamente la profecía sobre Sí Mismo y entonces refirió a Juan el Bautista de regreso a esa palabra. Jesús le recordó a Juan las escrituras para lidiar con sus dudas. Este es el método de Jesús para lidiar con nuestras dudas.

Muchos de nosotros tenemos Biblias que yacen por ahí almacenando polvo. Algunos de nosotros incluso cargamos una. Pero cuando estamos batallando con la incredulidad, nosotros no queremos una escritura, nosotros queremos algo tangible, algo emocional que podamos sentir. Preferiríamos que Jesús sólo pusiera Su brazo alrededor de nosotros y nos dijera algo acerca de cómo todo va a estar bien. Eso nos haría sentir mejor. Pero vencer la duda no tiene que ver sólo con sentirse mejor, tiene que ver con regresar a la fe que sólo viene de la Palabra de Dios (Rom. 10:17).

Jesús envió la Palabra de regreso con los discípulos de Juan. El sabía que esto removería el espíritu de Juan para vencer la duda. Pedro comprendió esto acerca de la fe cuando escribió sobre ello en 2 Pedro 1:12-15, que dice,

"Por esto, yo no dejaré de recordaos siempre estas cosas, aunque vosotros las sepias, y estéis confirmados en la verdad presente. Pues tengo por justo, en tanto que estoy en el cuerpo, el despertaos con amonestación; sabiendo que en breve debo abandonar el cuerpo, como nuestro Señor Jesucristo me ha declarado. También yo procuraré con diligencia que después de mi partida vosotros podais en todo momento tener memoria de estas cosas."

Pedro esta declarando lo importante que era que sus palabras fueran recibidas, como lo fueron, en verdad, la Palabra de Dios (1 Ts. 2:13). Para probar a ellos que estas no eran fábulas que había inventado, Pedro se refiere al tiempo en que ellos estaban con Jesús en la montaña. Ellos vieron a Jesús brillar como el fulgor del sol. La nube de gloria de Dios los cubrió y ellos oyeron una voz audible del cielo que decía “Este es mi Hijo amado: escúchenlo” (Marcos 9:7). Ellos también vieron a Moisés y Elías hablando con Jesús. ¡Esto es muy impresionante!

Pero Pedro prosiguió diciendo en la 2 Pedro 1:19, "Tenemos también la palabra profética más segura." ¿Qué podría posiblemente ser más seguro que todos estos signos sobrenaturales? Pedro da respuesta a ello en el siente verso cuando el habla acerca de las Escrituras (2 Pedro 1:20). Las Escrituras son más seguras y más constructoras de fe y destructoras de la duda que el ver a Jesús transfigurado o el escuchar una voz audible del cielo. ¡Aleluya!

La única manera segura de vencer la duda es el poner tu fe en la Palabra de Dios y depender de ella más que en la palabra de profecía. No permitas que tus cinco sentidos dominen tu pensamiento. Deber venir a un lugar donde la Palabra de Dios es más real para ti que cualquier cosa que puedas ver, saborear, escuchar, oler o sentir. Cuando estás en duda, refiérete de regreso a la Palabra de Dios tal como Jesús la dijo a Juan el Bautista que lo hiciera. La fe viene por el escuchar y el escuchar por la Palabra.

Sólo hay dos ocasiones registradas en la Biblia cuando Jesús se maravillara por algo. Una vez se maravillo por lo grande que era la incredulidad de la gente (Marcos 6:6), y en Mateo 8:10 El se maravilló por la inmensa fe del soldado Gentil. Una fe que hiciera que Jesús se maravillara es digna de examinarse. ¿Qué era diferente en ella? La diferencia número uno fue lo que el centurión dijo

"Solamente di la palabra y mi criado sanará. Porque también yo soy hombre bajo autoridad y tengo bajo mis órdenes soldados y digo a éste: Ve y va, y al otro: Ven y viene, y a mi siervo: Haz esto y lo hace." (Mateo 8:8-9)

El centurión tuvo una fe que estaba puesta en la Palabra de Dios solamente. El no necesitaba que Jesús fuera a su casa y que saludara con Su mano sobre el criado enfermo. Si Jesús sólo le diera una palabra, eso es todo lo que él necesitaba.

En contraste con la fe del centurión está la poca fe de Tomás, quien era uno de los doce discípulos de Jesús. La primera vez que Cristo resucitado apareció a Sus discípulos, Tomás no estaba presente. Los otros diez discípulos le contaron a Tomás que Jesús había resucitado, pero no fue sino hasta ocho días más tarde antes de que Jesús se apareciera a Sus discípulos en presencia de Tomás.

"El les dijo: Si no viere en sus manos la señal de los clavos y metiere mi dedo en el lugar de los clavos y metiere mi mano en su costado, no creeré." (Juan 20:25)

Jesús caminó hacia Tomás y le dijo que pusiera su dedo en la huella de los clavos y metiera su mano en el costado de Jesús y que no fuera incrédulo sino creyente. Tomás cayó de rodillas y confesó que Jesús era Dios y su Señor.

"Jesús le dijo: Porque me has visto, Tomás, creíste; bienaventurados los que no vieron y creyeron." (Juan 20:29)

Jesús dio una bendición mayor a aquellos que creyeron sin haber visto que en aquellos que creyeron por haber visto. En otras palabras, hay una unción más grande en creer la Palabra que en creer de señales y maravillas. No me malinterpretes. Yo creo en señales y maravillas. Jesús las usaba como una campana para llamar a la gente hacia Sí Mismo y así también nosotros. Pero la mayor y más segura palabra de profecía es la Palabra de Dios escrita. Hay una bendición mayor en solamente creer la Palabra de Dios que la bendición que hay en creer por circunstancias sobrenaturales. Aquellos que están buscando circunstancias para confirmar su fe fallarán cuando las más arduas batallas de incredulidad vengan. Necesitamos tener nuestra fe tan enraizada en la Palabra de Dios solamente que podamos soportar un huracán.

La razón por la que Jesús no intentó tratar hacer sentir mejor a Juan con unas pocas palabras amables, con un toque emocional, no fue porque a Jesús no le importara. Le importaba tanto Juan que El le dió lo mejor de Si - la Palabra de Dios escrita. Así es la forma como Jesús lidiaba con sus Propias tentaciones (Mateo 4) y ese era y sigue siendo el mejor modo de Dios para que nosotros lidiemos con nuestras tentaciones para no creer.

Quizá exista una razón por la que el Señor no haya usado un toque emocional para alejarte de la incredulidad. Tal vez es porque El te ama tanto que El está tratando de ayudarte a operar en más alta forma de fe - la fe que lo toma a El en Su Palabra. Si el menor de los santos de hoy día es mayor que lo que fue en aquel entonces Juan Bautista (Mateo 11:11) seguramente el Señor quiere que nosotros operemos al menos en el mismo nivel en el que El lidió con la incredulidad de Juan.

Andrew Wommack

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