jueves, 15 de mayo de 2008

eL Amor de Dios

El Amor de Dios

escrito por Andrew Wommack


"Amados, amémonos los unos a los otros: porque el amor viene de Dios; y todo el que ama ha nacido de Dios y lo conoce. El que no ama no conoce a Dios, porque Dios es amor.” (1ª. de Juan 4:7-8)


Muchos de nosotros pensamos que realmente comprendemos el amor de Dios, pero nuestra experiencia prueba lo contrario. Nos sentimos solos, deprimidos, desanimados y derrotados. Cada una de estas emociones negativas se convertiría en positiva con la revelación apropiada del amor de Dios por nosotros.


En lo que respecta a amar a los demás, la mayoría de nosotros admitiría que hay algunas personas que son muy difíciles de amar. Dado que nosotros no comprendemos completamente el amor de Dios hacia nosotros, fallamos en amar a los demás. No podemos dar lo que no tenemos. Si nosotros recibimos una revelación completa del amor de Dios por nosotros, se vuelve fácil amar a otros con el amor que hemos recibido.


Cuando batallamos para creer que las promesas de Dios hacia nosotros ocurrirán, eso es incredulidad; pero la raíz de esa incredulidad es una carencia de amor. Gálatas 5:6 dice que la fe funciona por el amor. Esto significa que el amor es la fuerza motora de nuestra fe. Remover o disminuir el amor, y la fe cesará de ser lo que debe ser. Muchos de nosotros intentamos arduamente creer, cuando lo que deberíamos hacer es buscar una mayor revelación del amor de Dios por nosotros. Así, la fe funcionaría naturalmente.


Unos meses después de que nos casamos Jamie y yo estábamos en una situación desesperada. Yo había renunciado a mi trabajo, creyendo que el Señor quería que yo estuviera de tiempo completo en el ministerio. El resultado fue que nosotros estábamos lastimándonos financieramente. Ya habían pasado días desde que habíamos comido. No teníamos nada más que unas cuantas Coca-Colas que un amigo nos dio y una bolsa de Fritos que habíamos estado racionando. Nuestra fe comenzaba a flaquear. Estábamos peleando con todo lo que teníamos para creer que el Señor iba a cubrir nuestras necesidades, pero nuestras circunstancias y nuestras barrigas vacías nos gritaban con incredulidad.


Una mañana, Jamie tomó nuestros últimos cincuenta centavos y nuestro auto y condujo a la lavandería para lavar. Mientras ella no estuvo, yo tuve una conversación seria con el Señor. Yo estaba llorando y diciendo: “Señor, no comprendo. Yo daría mi brazo derecho para alimentar a Jamie. Yo creo que Tu amor por nosotros es más grande que mi amor por Jamie y sin embargo tu no te estás ocupando de nosotros.” Yo permití que las circunstancias me cegaran del amor de Dios. Esa es la razón principal por la que mi fe no estaba funcionando.

El Señor me habló muy claramente en Lucas 12:32. Ese versículo dice: “No tengan miedo, mi pequeño rebaño, porque es la buena voluntad del Padre darles el reino.” Repentinamente, me di cuenta que mi incredulidad se debía a que había olvidado cuánto nos ama Dios. Dios se deleita en nuestra prosperidad (Salmo 35:27). El no tiene ningún placer en vernos morir de hambre. Conforme la revelación del amor de Dios me fue llenando, instantáneamente se desvanecieron todas las dudas de que nuestras necesidades serían cubiertas. Cuando Jamie regresó de la lavandería, le dije que íbamos a comer carne ese día.


Habíamos tenido Coca y Fritos de almuerzo. Nos saltamos la comida porque estábamos cansados de Fritos y Coca. En la iglesia, un amigo nos pidió que fuéramos a su departamento después del servicio. Nosotros pensamos “Quiza ellos nos van a alimentar.” Nos quedamos y platicamos por una hora, pero no hubo comida. Sin embargo, cuando nos íbamos, el hombre nos dio dos enormes filetes del pez que había pescado. También nos dio vegetales para acompañarlos. Nos apresuramos a la casa y Jamie nos preparó un banquete. Justo unos minutos antes de la media noche, comimos carne a saciedad. Al día siguiente era mi cumpleaños, y una mujer en la iglesia nos dio una gran caja de filetes de corte “porterhouse”. En cuestión de horas pasamos de sentirnos muertos de hambre con la dieta de Coca y Fritos, a tener suficientes filetes para un mes, a causa de que el amor hizo que mi fe funcionara.


Cuando nuestro amigo nos dio el pescado aquella tarde, el dijo que había enviado a su esposa a nuestro apartamento temprano en la mañana para llevarnos comida. Pero como no vio nuestro auto, ella supuso que no estábamos y por eso no se detuvo. El único momento en que el auto no estuvo fue cuando Jamie fue a lavar la ropa y que yo estaba orando en el apartamento. Nuestro abasto venía a nosotros, en el momento exacto en que recibí una nueva y fresca revelación del amor de Dios por nosotros. Nos tomó unas pocas horas verlo, pero Dios se movió instantáneamente. El quería cubrir nuestra necesidad más de lo que nosotros queríamos que El lo hiciera. Mi falta de fe en Su amor se lo impedía. Tan pronto como me abrí a Su amor, mi fe revivió y El proveyó.


Hay mucho más que sólo un conocimiento superficial de que Dios nos ama. En Efesios, capítulo 3, Pablo oró que los Efesios tuvieran una revelación mayor del amor de Dios para ellos. El dijo: “Por esta razón me arrodillo ante el Padre de nuestro Señor Jesucristo (de quien toma nombre toda familia en los cielos y en la tierra), para que os de, conforme a las riquezas de su gloria, el ser por su Espíritu fortalecidos con poder en el hombre interior; que por fe habite Cristo en vuestros corazones, a fin de que, arraigados y cimentados en amor, seáis plenamente capaces de comprender con todos los santos cuál es la anchura, la longitud, la profundidad y la altura, y de conocer el amor de Cristo, que excede a todo conocimiento, para que seáis llenos de toda la plenitud de Dios” (Efesios 3:14-19).


Date cuenta que en el versículo 18 ese amor de Dios no es unidimensional. Tiene altura, profundidad, longitud y anchura. Muchos Cristianos sólo ven el amor de Dios como si estuvieran viendo una pintura, de una dimensión. Ellos no han visto nunca la realidad multidimensional del amor de Dios.


En el versículo 19, Pablo dijo que conforme nosotros experimentamos (vivenciamos) el amor de Dios, que es superior al mero conocimiento del amor de Dios, entonces estaremos llenos con toda la plenitud de Dios. ¡Que sentencia! ¿Tienes carencias en cualquier área de tu vida? Si es así, lo que careces es una revelación del amor de Dios. Experimentar el amor de Dios equivale a plenitud.


He dicho todo esto para decir que la cosa más importante que podemos recibir es una profunda revelación del amor de Dios para nosotros. Primera de Corintios 13:13 dice: “Ahora permanecen la fe, la esperanza y la caridad; pero el mayor de ellos es la caridad” (El amor de Dios).


Hay muchas maneras que Satanás usa para intentar bloquear la revelación del amor de Dios hacia nosotros. Una de las formas más sutiles, y por ende la más mortífera, es que nos ha engañado haciéndonos pensar que el amor de Dios por nosotros está ligado a nuestro desempeño. Pensamos que tenemos que hacer algo para ganarnos el amor de Dios. Que nos tenemos que merecer el amor de Dios. Eso no es lo que enseña la Biblia.


En el mundo natural, obtienes lo que mereces. Los empleadores no te contratan en base a su amor por ti. Es en función de tu desempeño. Si tu desempeño es malo, eres castigado o despedido. Lo mismo aplica en la mayoría de las relaciones. Yo he tenido cientos de parejas de matrimonios que esencialmente me dicen “Ellos no se merecen mi amor”. Sin embargo, la noticia casi-demasiado-buena-para-ser-verdad del Evangelio es que nosotros no obtenemos lo que nos merecemos. ¡Bendito sea Dios!


El amor de Dios para nosotros es incondicional. Eso significa que Dios no nos ama a causa de las virtudes que podamos tener. Dios nos ama porque “Dios es amor” (1ª. de Juan 4:8), no porque seamos adorables.

La religión es una de las mayores propagadoras de la mentira acerca del amor-condicional-de-Dios. La mayoría de las “iglesias Cristianas” enseñan que el amor de Dios por nosotros es condicional, basado en nuestro desempeño. Si oramos, si vamos a la iglesia, si damos el diezmo, etc., entonces el Señor nos amará y responderá nuestras oraciones, pero si nosotros fallamos, entonces el Señor no responderá nuestras oraciones. Esto no es cierto.


Hay una enfermedad en la iglesia que yo llamo “dislexia espiritual”. Dislexia es cuando una persona ve las cosas en sentido inverso. Una persona disléxica ve la palabra “amor” como “roma”. Hay una diferencia enorme entre Amor y roma, sin embargo los disléxicos no la ven.


La "dislexia espiritual" tiene un efecto similar en las personas. Aquellos infectados con esta “dislexia espiritual” leen las escrituras en forma invertida. Por ejemplo, la 1ª. de Juan 2:3-5 dice; “En esto sabemos que nosotros lo conocemos, si guardamos sus mandamientos. El que dice “Yo lo conozco”, pero no guarda sus mandamientos, es un mentiroso, y la verdad no está en él. Pero aquel que guarda su palabra, en ese verdaderamente se ha perfeccionado el amor de Dios, por esto sabemos que estamos en él.”


Un Cristiano disléxico verá estos versículos y dirá “Yo quiero conocer a Dios, por ende debo guardar Sus mandamientos.” Estos versículos están diciendo justo lo contrario. Guardar los mandamientos de Dios es un resultado de conocer a Dios. Tu puedes vivir una vida santa sin conocer a Dios; los Fariseos lo demostraron. Sin embargo, no puedes conocer a Dios sin que como resultado vivas una vida santa. Cuando el amor de Dios se perfecciona en nosotros, el resultado será mantener la Palabra de Dios (versículo 5).


Cualquier intento de reversar este orden es “poner la carreta frente al caballo”. No funcionará, sin embargo esto es lo que la mayoría de los Cristianos intentan hacer. Mediante vivir una vida más santa es que ellos están buscando conocer mejor a Dios. Es justo lo contrario. Vivenciar más el amor de Dios es lo que producirá una vida santa.


Esta condición disléxica ha causado que muchos sujeten el amor de Dios a su comportamiento. Cuando ellos lo hacen bien, ellos permiten que el amor de Dios para ellos fluya. Cuando ellos no lo hacen bien, ellos se condenan a sí mismos. Ellos creen que Dios los está condenando, pero no es Él. En muchos casos ni siquiera es el diablo quien los está condenando. Satanás ha provocado que ellos crean una mentira y ellos se condenan así mismos.


¡Todos necesitamos una mayor revelación del amor incondicional de Dios para nosotros! Tengo una serie especial diseñada justo para ese propósito. La revelación del amor incondicional de Dios hacia mi es lo que cambió mi vida en 1968. Todavía me impacta hoy. Esas enseñanzas revelan las cosas que Dios me mostró acerca de Su amor. Yo creo que si abres tu corazón, el Señor te garantizará por lo menos tanta revelación sobre este tema como yo poseo y eso cambiará tu vida. Puedes ordenar en la página web el álbum intitulado “God's Kind of Love: The Cure for What Ails Ya.”

Andrew Wommack

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