martes, 17 de junio de 2008

Lecciones de la Historia de Navidad

Lecciones de la Historia de Navidad
escrito por Andrew Wommack
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Navidad es una época del año impresionante.

No siempre pensé así. Aún antes de que recibiera el bautismo en el Espíritu Santo, me sentía descontento con todo el comercialismo asociado con la Navidad. Recuerdo que cuando era un adolescente de catorce o quince años, convencí a mi familia de que juntara todo el dinero que gastarían en regalos de unos a otros y diera ese dinero al programa de misiones de la iglesia. Eso permitiría que nuestra celebración de Navidad se centrara en lo que era realmente importante.
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Luego, cuando tuve mi encuentro milagroso con el Señor el 23 de marzo de 1968, me enamoré del Señor mil veces más de lo que nunca antes hubiera experimentado Su amor en Navidad. Parecía como si cada día fuera Navidad, una y otra vez. Por lo tanto, la Navidad se volvió justo como cualquier otro día para mí.

Conforme yo comencé a buscar al Señor, me volví más consciente de todas las prácticas paganas incorporadas a la época Navideña y me desilusioné de todo ello. Por los primeros dieciséis años de mi vida de casado no tuvimos un árbol de Navidad, ni decoración Navideña. Teníamos un pastel de cumpleaños para Jesús y le dábamos regalos a nuestros hijos, pero les dejamos muy claro que los regalos venían del Señor, a través de nosotros, y no de algún hombre gordo de traje rojo.

Finalmente, hace catorce años cuando nos mudamos a nuestra actual casa, mis hijos preguntaron si podríamos tener un árbol de Navidad. Les dije que ellos sabían los orígenes paganos de esa costumbre, pero ellos simplemente pensaron que era bonito, y ellos querían verlo en la forma en que Martín Lutero lo hizo -como un símbolo de la vida eterna. Yo me rendí y desde entonces todos hemos disfrutado de un árbol de Navidad.

Pero conforme me vuelvo mayor, he llegado a apreciar mucho más el lado positivo de la Navidad. En una cultura que se ha vuelto cada vez más secular, en donde es políticamente incorrecto siquiera mencionar el nombre del Señor pudiendo ofender a alguien, pienso que es impresionante que la Navidad nos traiga a la luz pública algunas de las grandes verdades del Evangelio. Nuestras raíces como nación Cristiana son exhibidas.

¿Cuándo mas puedes entrar en las tiendas y escuchar sonar algunas de las más grandiosas canciones Cristianas compuestas, como “Joy to the World”? ¡Eso es impresionante! Verás aparadores con escenas del nacimiento en sitios en donde la sola mención del Señor en otras estaciones del año equivaldría a usar Su nombre en vano.

La gente habla de amarse unos a otros tal como Dios nos amó enviándonos Su Hijo a la tierra. Se nos recuerdan los valores que son olvidados o al menos mermados en otras épocas del año. Y si no fuera por las vacaciones de Navidad, las relaciones familiares serían peor de como son. Esta es la única época en que algunas familias hacen un intento para llevarse bien.

En la lucha contra la des-Cristianización de nuestro país, pienso que la celebración de Navidad es una gran victoria. Me complace ver las maravillosas verdades del amor de Dios por el hombre, desplegadas en público y teniendo conciertos en lugares como la Casa Blanca donde Cristo es proclamado en un canto.

Es una pena que algunas personas sólo vayan a la iglesia en Navidad, pero por lo menos entonces ellos van a alabar a Dios. Esa es una oportunidad. Y la Navidad abre muchas oportunidades para compartir nuestra fe.

Una queja que todavía tengo es que “Una historia de Navidad” se ha vuelto tan familiar y se ha enfocado estrechamente en sólo el nacimiento del niño Jesús que algunas de las grandes verdades presentes en ese nacimiento milagroso no son vistas. Algunas de las más grandes lecciones de la Escritura están ocultas en el nacimiento de Cristo, y la persona promedio es totalmente inconsciente de ellas.

Por esa razón, he hecho un álbum de cuatro partes intitulado, Lessons from the Christmas Story for Every Season*. En este álbum, comparto lo que considero que son algunas de las más importantes cosas que el Señor me ha mostrado.

¿Sabías que el nacimiento virginal de Jesús fue totalmente normal en todo lo aspecto que respecta excepto por una cosa? María no se embarazó sin contacto con una semilla. Las leyes de reproducción que Dios creó no fueron suspendidas. Todo fue exactamente como ocurre en los millones de todos los otros nacimientos, excepto que Dios, para embarazar a María, utilizó la semilla de Su Palabra en lugar de la semilla de un hombre.

Por eso Juan 1:14 dice,
“Y el Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros.”
Jesús era literalmente la Palabra de Dios hecha carne. Dios usó Su Palabra como el esperma que concibió a Jesús. Esto responde muchas preguntas. Preguntas tales como: ¿Por qué el Señor se esperó cuatrocientos años después de la caída del hombre antes de que El enviara a Jesús a la tierra? ¿Por qué Dios se tuvo que convertir en hombre? Las respuestas a estas preguntas yacen en la forma en que Dios hizo a la creación, la autoridad que El le dio al hombre, y la integridad de Su Palabra.

Cuando Dios creó los cielos y la tierra, El habló y les dio existencia. Hebreos 11:3 dice,
“Por la fe entendemos haber sido constituido el universo por la palabra de Dios, de modo que lo que se ve fue hecho de lo que no se veía..”

Entonces, Dios creó todo mediante Su Palabra. Así es como Él crea. Cuando llegó el tiempo de crear al postrer Adán (1 Corintios 15:45), Dios tuvo que infundir mediante la Palabra Su existencia. No obstante, El le había dado dominio sobre la tierra a los seres humanos físicos. Dado que Dios es Espíritu (Juan 4:24), El no podía simplemente hablar a Cristo y darle existencia independientemente del hombre. El le había turnado al hombre el control o dominio de la tierra (Génesis 1:26-28). Por esa razón Dios tenía que convertirse en hombre. Pero ¿cómo podría El trabajar para crear un Redentor a través de un hombre pecador, corrupto?

El habló a los corazones de los hombres que lo escucharían a Él, y ellos a su vez usarían su autoridad, dada por Dios, sobre la tierra para difundir las profecías que Dios había puesto en sus corazones. El problema fue que los hombres, mediante su pecado, se habían separado de Dios. Ningún hombre estaba sintonizado cercanamente lo suficiente a Dios como para decir todo lo que necesitaba ser dicho. Por eso, tomó alrededor de cuatrocientos años completar las profecías que tenían que ser dichas para crear el cuerpo para que Dios se convirtiera carne.

Entonces, cuando María recibió el mensaje de Gabriel, ella se postró humilde y dijo,
“Hágase en mi conforme a tu palabra” (Lucas 1:38)

Ella recibió la Palabra de Dios en su vientre, y la concepción del Mesías tuvo lugar.

Similarmente, así es como en la 1 de Pedro 1:23 dice que somos nacidos de nuevo,
"Siendo nacidos de nuevo o renacidos, no de simiente corruptible, sino de incorruptible, por la palabra de Dios que vive y permanece para siempre.."

La Palabra de Dios es una semilla espiritual que tiene que ser plantada en nuestros corazones para concebir un milagro. El nuevo nacimiento no sucede simplemente mucho más de lo que los bebés simplemente ocurren. Los niños tienen que ser concebidos, e igualmente la salvación o cualquier otro milagro de Dios. Tenemos que renacer por la semilla incorruptible de la Palabra de Dios. (1 Pedro 1:23).

Una vez que la semilla está plantada, ahí hay un proceso de nutrición y maduración. Ahí es donde entra la oración. La oración es como el agua y el abono o la incubación para una semilla. Pero si tú riegas o fertilizas una tierra árida, nada ocurrirá. Primero tiene que plantarse una semilla.

Similarmente, erróneamente hemos tratado de orar y dar existencia a nuestros milagros. La oración es importante, pero tú no puedes concebir mediante la oración. La semilla de la Palabra de Dios tiene que ser sembrada. Como dice Romanos 10:14-17,

“¿Cómo, pues, invocarán a aquel en el cual no han creído? ¿Y cómo creerán en aquel de quien no han oído? ¿Y cómo oirán sin haber quien les predique? ¿Y cómo predicarán si no fueren enviados? Como está escrito: ¡Cuán hermosos son los pies de los que anuncian la paz, de los que anuncian buenas nuevas! Mas no todos obedecieron al evangelio; pues Isaías dice: Señor, ¿quién ha creído a nuestro anuncio? Así que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios.”

Nosotros consideraríamos loca a la mujer que esté tratando de tener un hijo sin seguir las leyes naturales de reproducción. Pero en el ámbito espiritual, los Cristianos todo el tiempo quieren dar a luz milagros sin siquiera plantar la Palabra de Dios en sus corazones. Así no funciona.

Y luego ahí está el mensaje que los ángeles que dijeron,
“Gloria a Dios en las Alturas, y en la tierra paz, buena voluntad hacia los hombres.” (Lucas 2:14)

Este no fue un anuncio del cese a las hostilidades entre los hombres. La historia ha probado que no fue eso lo que los ángeles estaban proclamando. En lugar de ello, esta era la proclamación de que la guerra entre Dios y el hombre había terminado. Esto no está siendo comprendido o proclamado en iglesia por entero. Muchas de las personas todavía piensan que Dios está enojado con ellos. Eso no es así. El no está enojado, El ni siquiera está de mal humor. Jesús pudo satisfacer Su ira completamente. El es justo, y habrá castigo para aquellos que niegan el sacrificio de Su Hijo por nuestros pecados. Pero Dios no está enojado a causa de nuestros pecados. De eso ya se ha hecho cargo.

Este Evangelio de paz es una razón por la que hay tal aceptación universal de la época de Navidad, incluso entre aquellos quienes no han nacido de nuevo. La Navidad se trata sólo del amor y misericordia de Dios, no de Su condenación. Está resaltando el amor incondicional de Dios hacia nosotros en la forma en que debería hacerse a lo largo de todo el año. Se está enfocando en las buenas noticias del amor de Dios y no en las malas noticias de nuestros fracasos. Ese es el Evangelio de paz que los ángeles cantaban y que también debiera ser nuestro mensaje.

Luego ahí está la historia de los hombres sabios. ¿Sabías que las Escrituras nunca dijeron que eran tres hombres sabios, y que no hay indicios de que ellos fueran reyes? Ellos tampoco visitaron a Cristo en el pesebre de Belén, sino en su casa en Nazaret. Y una de las mejores partes de la historia de Navidad es la manera en que María permitió que el Señor convenciera a José de la verdadera naturaleza de estos eventos.

Hay muchas cosas del mensaje de Navidad que han sido oscurecidas por la tradición. Este álbum* de cuatro partes será una bendición para ti o para cualquiera con quien elijas compartirlo.

Andrew Wommack


(*Nota de la traducción-El álbum referido está en Inglés y puedes descargarlo gratuitamente en

http://www.awmi.net/extra/audio/1038 )

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