"Una Mejor Manera de Orar"
escrito por Andrew Wommack
Mi enseñanza intitulada Tu Ya Lo Tienes, ha bendecido a mucha gente, pero también a causado algunos problemas. Ha dejado a muchas personas sin tener la forma apropiada para orar. Conforme he enseñado las verdades de cómo ya tenemos todo en Cristo, las preguntas más frecuentes que recibo son ¿Entonces para qué orar? y ¿Cómo se supone que oremos?
A lo largo de los años he aprendido una mejor forma de orar. Mi opinión personal es que mucho de lo que llamamos “oración” es errónea en cuanto a orar. Orar erróneamente consigue resultados erróneos. Simplemente mira los resultados que la oración común produce. Si el fruto es malo hay muchas probabilidades de que el árbol esté mal. Se requiere una reforma en la oración.
Jesús enseñó sobre la oración en Mateo 6. Pero antes de que enseñara lo que es la oración, El enseñó lo que no es
“ Y cuando ores, no seas como los hipócritas; porque ellos aman el orar en pie en las sinagogas y en las esquinas e las calles para ser vistos de los hombres; de cierto os digo que ya tienen su recompensa.”
LOS HIPÓCRITAS AMAN ORAR
Mucha gente piensa que toda oración es buena y que quienes oran son buenos. Pero eso no fue lo que Jesús enseñó. Observa esta declaración radical de Jesús: ¡Los hipócritas aman orar! Esto es impactante para algunas personas, pero es todavía hoy es cierto. La oración, por sí misma puede ser carnal en lo mejor y diabólica en lo peor si las actitudes del corazón no son correctas. La oración es un arma ponderosa y como cualquier otra arma, hay una forma correcta y una incorrecta de usarla. No podemos solo decirle a la gente que ore sin la adecuada instrucción, de la misma forma en que no le damos una pistola a un niño y confiamos en que ellos siempre la usarán correctamente.
En la época de Jesús, los Fariseos oraban diariamente en las sinagogas y en las esquinas de las calles. Ellos no eran tímidos acerca de sus despliegues públicos de piedad. De hecho, ellos contrataban gente que tocara las trompetas delante de ellos para llamar la atención de la gente hacia sus oraciones. Jesús dijo que la razón por la que hacían eso era para obtener el reconocimiento de los otros hombres. La palmadita en la espalda que las personas les daban era toda la recompensa que ellos obtendrían. Dios no oye ni responde a las oraciones que son hechas como espectáculo.
Jesús prosiguió y dijo en Mateo 6:6,
“Mas tú, cuando ores, entra en tu aposento, y cerrada la puerta, ora a tu Padre que está en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en lo público.”
Se supone que nuestras oraciones deben dirigirse solamente al Señor. Eso no significa que sea incorrecto orar públicamente, dado que Jesús oró públicamente. Pero eso sí quiere decir que nuestras oraciones deben ser siempre sinceramente y personalmente dirigidas al Señor y no a los que nos rodean. ¡Auch!
“Y orando no uséis vanas repeticiones, como los gentiles, que piensan que por su palabrería serán oídos. No os hagáis , pues, semejantes a ellos; porque vuestro Padre sabe de qué cosas tenéis necesidad, antes que vosotros le pidáis.” (Mateo 6:7-8)
En el versículo 7, Jesús específicamente mencionó que ¡las oraciones largas no ganan ninguna ventaja con el Señor! Esto es radical. La religión predica que las oraciones largas son las mejores. Jesús también dijo que la oración no es una oportunidad de informar al pobre y desinformado Dios de nuestros problemas. Este es un error muy común. Las personas usualmente le narran a Dios todas las malas noticias de su situación como si El necesitara conocer los detalles. Esto sólo nos deprime y dificulta nuestra fe. Dios conoce nuestras necesidades mejor que nosotros.
Las personas siguen cometiendo estos mismos errores igual que lo hicieron en la época de Jesús. Y ahora hemos inventado todo tipo de nuevos errores en
La mayoría de las enseñanzas en oraciones de intercesión se concentran en el Antiguo Testamento en ejemplos como los de Abraham y Moisés: Abraham le rogó a Dios que tuviera misericordia sobre Sodoma y Gomorra (Gen. 18:23-33); Moisés le dijo a Dios que se arrepintiera (Ex. 32:12), y el Señor lo hizo (Ex. 32:14); y Moisés le dijo a Aarón que tomara incienso, que simbolizaba la oración, y que se pusiera de pié entre los vivos y muertos para detener la plaga, y ésta se detuvo. (Num. 16:44-50). A menudo se nos anima a que le roguemos a Dios de la misma manera.
Pero el Nuevo Testamento ministerio de Jesús cambió para siempre la naturaleza de
“Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre.”
Jesús es el único Mediador bajo
“Entonces, ¿para qué sirve la ley? Fue añadida a causa de las transgresiones, hasta que viniese la simiente a quien fue hecha la promesa; y fue ordenada por medio de ángeles en mano de un mediador.”
La palabra “mediador” significa “actuar como un intermediario, específicamente para procurar resolver (diferencias) entre dos o más partes en conflicto.” Moisés estuvo entre un Dios santo y una humanidad non sancta para rogar por las misericordias de Dios. Pero Jesús cumplió con ese rol tan completamente en el Nuevo Testamento que la gente que intenta seguir el mismo ejemplo es ahora anti-Cristo. Es decir, ellos están en contra del ministerio de Jesús como Mediador. Ellos están tratando de añadirle o de reemplazar a Jesús como el UNICO Mediador entre Dios y el hombre.
Algunos podrán decir, “¿Qué hay acerca de la parábola que Jesús dio en Lucas 11:5-8 acerca del hombre que le rogaba a su amigo que le diera algo de comida para un invitado? ¿Acaso no estaba enseñando sobre la inoportunidad? La respuesta es NO. Esa parábola no enseña sobre la inoportunidad en
“Y yo os digo; Pedid y se os dará, buscad y hallaréis; llamad y se os abrirá.”
Jesús está diciendo que nosotros no nos podríamos imaginar a un amigo tratándonos tan rudamente que él o ella se nos niegue ante una necesidad genuina. Aun si pudiéramos imaginarlo, el amigo eventualmente nos daría lo que pedimos sólo con el fin de deshacerse de nosotros. El continúa en Lucas 11 usando la misma lógica:
“¿Qué padre de vosotros, si su hijo le pide pan, le dará una piedra? ¿o si pescado, en lugar de pescado le dará una serpiente? ¿O si le pide un huevo le dará un escorpión? Pues si vosotros, siendo malos sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos ¿cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan? (Lucas 11:11-13)
No podemos imaginarnos un padre terrestre dándole a su hijo una roca en lugar de una pieza de pan o una serpiente en lugar de un pescado o un escorpión en lugar de un huevo. Si nosotros trataríamos a nuestros niños mejor que esto, entonces ¿cuánto más nos dará de las cosas que necesitamos nuestro Padre celestial? Jesús está bosquejando la compasión humana para mostrar que nuestro Padre celestial es mucho mejor de lo que podríamos esperar que sea el hombre.
Nosotros no tenemos que suplicarle a Dios. Nuestro Padre ya nos ha cubierto todas nuestras necesidades a través de Cristo. Es cuestión de apropiarnos de lo que ya es nuestro y no andar rogando por cosas que todavía no están dadas.
ENTONCES ¿CUÁL ES
Me alegra que lo preguntaras. Primero que nada, el propósito de la oración es básicamente estar en comunión con Dios. En primera y última instancia la oración es acerca de amar y dar gracias. Eso debería comprender la vasta mayoría de nuestro tiempo de oración.
La mayoría de la gente han hecho del tiempo de oración un tiempo para pedirle a Dios todo bajo el sol. Y si una persona es realmente espiritual, entonces ellos le pedirán a Dios por las necesidades de otra gente. Las Escrituras sí enseñan que esa es la manera apropiada de pedir y recibir, pero que debería ocupar una pequeña parte de nuestras oraciones.
Adán y Eva tuvieron comunión, u oración con el Señor en la brisa del día (Gen. 3:8). Ellos no tenían ningún pecado que confesar. Ellos no tenían prendas, casas, autos o necesidades “por las qué creer”. Ahí no había demonios que expulsar, personas por las cuales interceder o fortalezas que derribar. No obstante, ellos visitaron con el Señor. Eso es orar.
Permíteme preguntarte esto: Si quitaras de tus oraciones todas tus peticiones, arrepentimientos, intercesiones y luchas espirituales ¿qué quedaría? Bueno, para mucha gente no quedaría nada. ¡Pero eso está mal! El corazón de la oración es simplemente amar a Dios. Seguro que hay tiempo para peticiones e intercesión pero que no sea todo el tiempo.
Es mi opinión y experiencia personal que nuestras oraciones debieran consistir noventa por ciento o más en solamente amar y agradecer a Dios. Si nosotros hacemos eso, entonces nosotros no tendríamos mucho por lo cual orar. En la presencia del Señor hay plenitud de gozo. (Salmos 16:11). Depresión, preocupación y miedo serían inexistentes si tan solo permaneciéramos en la presencia del Señor. Si nosotros ponemos primero el amor de Dios, todas nuestras necesidades físicas se nos darán por añadidura, para que nunca tengamos que pensarlas. (Mateo 6:25-33).
El Señor sí quiere cubrir nuestras necesidades. Por lo tanto, es apropiado orar por nosotros y por los demás, pero tenemos que mantener lo principal como lo principal. La mayoría de las personas usan la oración como un carrito de supermercado y van arriba y debajo de los pasillos del cielo tomando las cosas que necesitan. Pero la oración es, en su corazón, alabanza.
¿Cómo te sentirías si tus hijos solo fueran hacia ti para obtener lo que quieren o necesitan? Como padre yo querrías bendecirlos, pero sobretodo querrías tener con ellos una relación, una fraternidad. Dios es igual. Y si nosotros primero buscamos tener una amorosa relación con el Señor, todo lo demás va a funcionar mejor.
En una de nuestras Conferencias Anuales Summer Family Bible Conferences, yo ministré un mensaje intitulado “El Propósito Primario de la Oración”. Cubría este ultimo punto que hice de forma concisa y práctica. . Un amigo mío del ministerio me dijo que era el mejor mensaje que me ha escuchado predicar. Yo creo que revelaba el corazón de Dios hacia nosotros. Fue poderoso. Ese mensaje es la tercera enseñanza en nuestro álbum de oración de cinco partes intitulado A Better Way to Pray.
Andrew Wommack
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